Soy Laura Martínez, tengo 36 años y soy economista. Trabajé en el mundo corporativo por más de 10 años en empresas como Red Bull, Colgate y Bavaria.
Hace más de 8 años empecé a estudiar sobre nutrición y bienestar y hace 5 años empecé a materializar este proyecto llamado ZETA.
Aunque nunca tuve sobrepeso porque siempre fui “flaca”, nunca fui una persona saludable. Desde que nací, mi microbiota y mi sistema inmune se vieron comprometidos: nací por cesárea y solo me amamantaron 3 meses. Y desde ese momento empecé a sufrir de problemas en los bronquios, alergias, infecciones frecuentes y luego asma.
Y aunque desde que tengo uso de razón me la pasaba en urgencias (ahogada y nebulizada), y siempre estuve medicada (antihistamínicos, antibióticos, antiinflamatorios, analgésicos, corticoides, etc.), jamás me consideré una persona enferma. Para mí era normal vivir así. Al fin y al cabo, todos sufrimos de algo, ¿cierto?
A los 18, mis síntomas mejoraron un poco (no volví a tener crisis asmáticas), pero cada tres meses me daba gripa, la cual casi siempre terminaba en bronquitis y antibióticos. Las alergias nunca se fueron, así que los antihistamínicos eran imprescindibles para poder vivir. Y empecé a planificar con pastillas anticonceptivas.
Siempre creí que había nacido en una familia súper saludable: mis papás y mi hermano eran súper fit, amaban el ejercicio (yo no) y en casa comíamos ensaladas, frutas y nada de jugos con azúcar. Spoiler: estaba un poquito equivocada.
En el 2018 me obsesioné con el “fitness” y me metí de cabeza… pero desde un interés puramente estético: cómo quería verme por fuera. Me obsesioné con tonificarme, eliminar los “gorditos” de los lados y marcar el abdomen.
Descubrí la famosa dieta flexible con la cual: “puedes comer de todo” mientras cumplas tus calorías y macros. Y sí… comía de todo, pero mal: muchísimos ultraprocesados y muy poca comida real.
Como siempre fui adicta al azúcar, me volví fan de los postres y productos “fit” que estaban de moda: llenos de polialcoholes y edulcorantes. Mi dieta era básicamente huevo, pan sin gluten, proteína en polvo, yogur griego, pechuga de pollo y todo postre o snack “saludable” que me encontrara… Y los fds, llegaban los atracones… y el lunes el ayuno para compensar.
Hacía casi 2 horas diarias de ejercicio: 1 de pesas y 1 de cardio, la mayoría de veces HIIT o intenso, 6 o si podía, los 7 días de la semana.
Hasta que llegaron los 30… y mi cuerpo empezó a colapsar: me empecé a inflamar. Todo me caía mal. Sentía que hasta respirar me inflamaba.
Todos los exámenes salían normal y mis síntomas solo aumentaban y empeoraban: desde gases y distensión abdominal hasta fatiga crónica, niebla mental, vértigo, pitidos en los oídos, caída de pelo, endometriosis, SIBO, retención de líquidos y aumento de peso.
Y tuve que hacer un PARE.
Por primera vez en mi vida, empecé a preocuparme de verdad por mi salud y mi alimentación. Consulté a cada nutricionista y médico que veía en redes o me recomendaban. Hice cada curso, cada dieta, cada protocolo que se me cruzaba. Gasté muchísimo dinero y tiempo, sin mencionar la frustración y depresión en aumento ya que ninguno me dió una solución real y sostenible a mis problemas.
Hoy me dedico a lo que siempre quise: ayudar a las personas a sanar. A que puedan mejorar sus condiciones crónicas que la medicina tradicional les dijo que no se podían curar —o que ni siquiera supo diagnosticar y solo medicó para silenciar síntomas. A mostrarles que la sanación existe en sus propios hábitos y en lo que eligen poner en su mente y en su plato.
ZETA nació de mi propia experiencia. De una búsqueda incansable, ya no solo de verme bien, sino de sentirme bien. De querer sanar de adentro hacia afuera y poder recuperar mi salud y mi vida.
Mi propósito con ZETA es ayudarte a tomar conciencia de que puedes vivir mejor. Que dejes de normalizar el cansancio constante, los dolores de cabeza, las molestias digestivas, las alergias, la inflamación o los problemas de peso. Porque no, no es normal vivir enfermo y mucho menos medicado.
Yo también estuve ahí: enferma, inflamada, gastando tiempo y dinero en médicos, nutricionistas, programas, dietas, asesorías y cursos… Y aunque aprendí mucho, también desperdicié demasiado.
En ZETA vas a encontrar lo mejor de cada método, protocolo, dieta que he probado en estos años. Mi propósito: darte las herramientas para cambiar hábitos y creencias que hoy te impiden estar saludable, con energía y satisfecho con tu cuerpo. En ZETA aprenderás a escuchar a tu cuerpo, a decidir qué le hace bien y qué no. Y sobre todo, a amar a tu cuerpo por dentro y por fuera.